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A 16 años de la desaparición de Fernanda: “Los perros marcaban siempre el mismo lugar en el cementerio”

Juan Carlos Lombardi, presidente de la Asociación Civil Escuela Canina de Catástrofes (ACCEC) decidió fundar en 1995 la entidad que realiza tareas de búsqueda y rescate de personas desaparecidas en todo el país. Participar como rescatista junto a su perro Lupo en el devastador atentando a la sede Mutual de la AMIA un año antes, lo impulsó a entrenar unidades cinófilas.

Así fue como 9 años más tarde recibió una pedido de colaboración del Crio. Gral. Ernesto Geuna, Jefe de la Policía de Entre Ríos, por la desaparición de Fernanda Aguirre, la nena de 13 años de San Benito que fue vista por última vez en la tarde del 25 de julio mientras cumplía el encargo de su mamá de llevarle tres claveles a una vecina,  mientras se jugaba la final de la copa América entre Argentina y Brasil.

El equipo de guías y canes fue convocado 11 días después de la desaparición de Fernanda. “Recuerdo que inmediatamente que nos solicitaron ayuda aprontamos todo y salimos enseguida a Entre Rios, teníamos el dato de que era una nena que habían secuestrado y por la que habían pedido rescate y que había un sospechoso preso”, rememoró Lombardi del primer contacto que tuvo con el caso.

Llegaron por la tarde a San Benito y a pesar de que la luz natural se esfumaba comenzaron las tareas a las 19, en inmediaciones a una tapera donde el sobrino de 15 años de Miguel Ángel Lencina, único detenido y principal sospechoso, marcó que hasta ese lugar la había llevado su tío.

Al día siguiente la búsqueda se extendió hasta los predios laterales, el curso de agua y la zona de monte ubicada a la derecha del cementerio municipal, siendo este lugar en el que los canes se mostraron altamente motivados. “Rodeando el cementerio privado , los perros demuestran la posibilidad de encontrar indicios por querer ingresar a el”.

Luego los rastrillajes se encararon en sentido opuesto y los cuatro perros se dirigieron inmediatamente a una puerta tipo tranquera, que había en ese momento, en el cementerio Parque de La Paz. Ante esta evidencia se solicitó la intervención de un perro de rastros específicos de la sección canes de la Policía y tuvo la misma actitud, llegar hasta ese ingreso de la necrópolis. Para entrar tenían que esperar una autorización de la fiscalía. Mientras tanto recibieron órdenes de continuar con el operativo de búsqueda en inmediaciones de la ruta 12, kilómetro 16 y en calle Hernandarias, en cercanías a la vivienda familiar de Lencina.

En ninguno de esos lugares los perros tuvieron la motivación que evidenciaron en los alrededores de los cementerios. “El señor Lombardi solicita que se le autorice poder ingresar con su equipo en el área de la necrópolis privada, lo que no causaría ningún perjuicio pero si aumentaría la posibilidad de comprobar la validez del único indicio firme surgido, atento a que el hecho de ocultar un cadáver en un cementerio dificultaría cualquier continuidad a la tarea de obtener algún resultado cierto”, así se describe ese pedido en el expediente que conserva la Asociación Civil Escuela Canina de catástrofes.

Pero el permiso no llegó y en cambio fueron convocados a rastrillar en la localidad de Villa Urquiza en una tapera abandonada a las orillas del río Paraná, donde en 1998 se encontró asesinado en un pozo al policía Victor Re, cuñado de Miguel Ángel y Claudio Lencina. En ese mismo lugar se encontró una bolsa de plástico y a algunos metros retirados del pozo tiras de tela con manchas de sangre que no correspondían a Fernanda.

Mientras culminaban ese rastrillaje, en la comisaría quinta de Paraná apareció ahorcado Miguel Ángel Lencina. El equipo volvió a San Benito esperando instrucciones, pero la autorización judicial que solicitaron no llegó y tras 3 días de búsqueda volvieron a Buenos Aires a la espera de tener novedades sobre la solicitud de ingresar a los cementerios.

Miguel Ángel Lencina cumplía condena por doble homicidio en el penal de Concepción del Uruguay. El juez de Ejecución de Pena, Miguel Ángel Retamoso le otorgó salidas socio familiares.

El segundo operativo de búsqueda

Veinte días después fueron convocados por la Fiscalía Federal para retomar la búsqueda. Por algunas hipótesis y testimonios “se deducía que Fernanda podría estar enterrada en el cementerio Privado o Parroquial de San Benito”. El 26 de agosto ACCEC llegó a la localidad con 3 perros y 4 guías. Tras pasar por la casa de los padres de la menor y obtener elementos de rastreo de un desodorante, una hebilla de cabello, pañuelos, una sábana y zapatillas, se dirigieron a la zona de los cementerios.

En el cementerio privado comenzaron las tareas de campo sobre uno de los sectores identificados como W, próximo al portón lateral “que habitualmente se encontraba sin candado o seguro y por donde habían querido ingresar los perros en la primera búsqueda”. “Recuerdo que los perros no iban por la puerta de entrada; siempre querían ingresar por el costado y siempre terminaban en la misma tumba, marcaban siempre el mismo lugar en el cementerio”, señaló el rescatista. La tumba señalada estaba en el sector E N°4/41, y había sido cavada el mismo de la desaparición de Fernanda.

Mapa del cementerio Parque de La Paz, marcado por los guías en el momento de la búsqueda de Fernanda.

También los canes fueron llevados al cementerio municipal por disposición de la fiscalía y tras recorrer “el predio sobre los sectores demarcados, fosa comunal e individuales de las fechas previas y posteriores inmediatas a la desaparición de la menor” no se obtuvieron resultados positivos.

Luego siguieron en el terreno donde desapareció Fernanda, en el descampado lindante al cementerio privado sobre calle Federación y San Martín, pero los perros los guiaron hacia el domicilio de la menor. Ese comportamiento de los animales fue contemplado por el papá de Fernanda que llegaba a su casa. Los canes ingresaron extenuados por las horas de búsqueda y Aguirre les dio agua.

En las áreas rastreadas se había cubierto un total de 1970 tumbas y finalmente el Juez Federal llegó al cementerio privado donde se produjo la excavación en el área marcada pero no se encontró nada.

Fotos del procedimiento (ACCEC)
Los canes marcaban la tumba del sector E en el cementerio privado. (ACCEC)

“Nuestra impresión fue que ella estaba ahí, en el cementerio”, señaló Lombardi que recuerda el caso porque es uno los dos que no tuvieron resultados tras su intervención. El otro fue el de Sofía Herrera la pequeña de 3 años que desapareció de un camping en Río Grande, Tierra del Fuego en 2008.

Cementerio Parque de La Paz de San Benito.

Coincidentemente en esos días, apareció la primera nota de pedido de rescate que se le atribuyó a Fernanda en una rotisería de Tucumán. “S.O.S Soy Fernanda”, decía la calcomanía encontrada. Esa nota llevo a sus padres y funcionarios judiciales a las termas de Río Hondo donde se realizaron inspecciones, siguiendo la hipótesis de que la nena había sido vendida a una red de prostitución. Finalmente, estudios caligráficos descartaron esa prueba. Eso se iba a repetir con otros pedidos de auxilio que aparecieron en diversos puntos del país.

A 16 años de la desaparición de Fernanda, algunos familiares de Miguel Ángel Lencina siguen sosteniendo por lo bajo que “el paraguayo” escondió el cuerpo de Fernanda en el cementerio de San Benito. Que era su característica, asesinar y no importarle que sus víctimas sean encontradas. Incluso Mirta Cháves, mujer de Lencina y única condenada a 17 años de prisión como coautora del secuestro extorsivo y desaparición de Fernanda, en sus declaraciones ante la Justicia dijo que su marido, mientras estaba en la cárcel de Concepción del Uruguay, le había dicho que no entendía como no la hallaban “si la había dejado ahí, la pasan por encima y no la encuentran”.

El único mural que recuerda a Fernanda, en el lateral del Complejo Educativo Parroquial San Benito Abad.

De la redacción de Entremediosweb.

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