Hace un mes que el movimiento en el centro de Paraná, como en todas las ciudades del país, se ha reducido a lo mínimo indispensable. El aislamiento ha provocado cambios en todos los ámbitos. Una consecuencia inesperada es la falta de alimentos a la que se enfrentan las palomas, aves que desde hace años, se han instalado en las plazas y paseos públicos de todo el país. Allí, durante todo el año, encuentran el alimento que los peatones les dejan a su paso: migas y desechos que convierten en su ración diaria.
Este período de calles desiertas se ha vuelto un problema para el sustento de las palomas: no tiene comida y empiezan a buscar alimento en otros lugares de la ciudad.
Efectos. El licenciado Jorge Arias, biólogo egresado de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata, señala al respecto que “ es posible que las palomas estén sufriendo los efectos del aislamiento preventivo y obligatorio decretado por el Presidente, ya que son animales que se han adaptado de tal forma al ser humano que su vida depende de nosotros”.
“Tanto a la hora de comer o de cómo hacer sus nidos, estas aves vienen aprovechando desde hace muchos años nuestra vida en sociedad y os edificios que construimos para progresar hasta convertirse en grandes poblaciones. Esto ha llevado a que, en muchos países, se hayan convertido en un problema y hayan tenido que ser combatidas como plagas, dijo el biólogo que forma parte del equipo que viene estudiando el impacto de las cotorras en el casco urbano.
Consultado por el diario El Día, el experto Señaló en ese sentido que “no será raro comenzar a ver bandadas” que empiecen a abandonar las plazas en donde ya no hay “migas disponibles” para comenzar a recorrer la ciudad en busca de comida. “La presencia de palomas es muy común en las calles porque no ven al hombre como un enemigo natural. Hay una interacción tal que no saben vivir por sí solas”, destacó.