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Dos jóvenes entrerrianos lo dejaron todo y hoy viven su sueño en Australia

La historia de Axel y Sofía comenzó en 2021, quienes, con un pequeño equipaje emigraron a vivir sus sueños a miles de kilómetros.

Sofía tiene 29 años y es oriunda de la localidad entrerriana de Urdinarrain, Axel tiene 30 y sus orígenes están emplazados en General Ramírez, a 61 kilómetros de Paraná. Ambos se conocieron hace más de 12 años gracias a amigos que tenían en común en la iglesia a la que concurrían por aquellos tiempos y hoy su historia se traslada a Australia.

“En nuestra adolescencia se hacían campamentos de verano con las iglesias de la provincia y nos conocimos en uno de esos encuentros, en La Paz. Desde ahí fuimos amigos, después de muchos años empezamos una relación, y nos casamos en 2019″, relata Sofía.

La Universidad lejos de casa: así fue la «preparación» de los jóvenes para cumplir su sueño

Con tal solo 17 años Sofi dejó su ciudad natal y viajó a estudiar a la provincia de Santa Fe donde se graduó en la carrera Diseño de la Comunicación visual, en la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Por su parte Axel hizo lo mismo, pero eligió la carrera de Ingeniería en Alimentos.

Ambos recuerdan aquella etapa universitaria como “circunstancias un poco difíciles al principio”. Sofia cuenta a ViaPaís que “vivía muy lejos de su ciudad por lo cual no podía volver muy seguido, convivía en una pensión compartiendo todo con otras 7 chicas”, a esa edad para mi fue un poco complicado porque no sabía si lo que estaba estudiando me gustaba, si era para mí”.

“Convivir con personas diferentes a mí me enseñó a adaptarme a las circunstancias, a los ambientes y a las personas. Creo que eso hoy en día me favorece con respecto a poder adaptarme a las personas con las que comparto casa, trabajo; aprender a vivir en diferentes culturas, a salirme principalmente de la comodidad” continua recordando Sofi.

Por su parte, Axel, su esposo, relata que a él “le costó el cambio de la secundaria a la Universidad. De golpe me mude de General Ramirez a Santa Fe, una ciudad grande que no conocia. Tuve que aprender a estudiar de verdad, a cocinar, a tomarme un colectivo de linea, a respetar el despertador”, cuenta entre risas.

Al finalizar ambos sus estudios superiores empezaron a planificar y proyectar su sueño de conocer otras partes del mundo y sus diferentes culturas. Sofía comenta que “cuando empezamos nuestra relación con Axel, mi condición siempre fue que mi sueño era viajar”.

“Él no lo había pensado y mucho menos proyectado. De hecho al momento de tomar la decisión y comprar los pasajes, me costó mucho convencerlo, pero ahora no se arrepiente”, dice Sofía entre risas.

El hábito de ahorro

Para llevar a cabo ese sueño era necesario ahorrar y juntar el dinero suficiente, es por eso que Sofía comenzó a trabajar en una librería de Santa Fe. “En ese trabajo descubrí libros sobre educación financiera, sobre proyectar sueños en base a la economía del hogar”, cuenta la entrerriana.

“En nuestras respectivas casas ambos tuvimos la cultura del ahorro desde chiquitos. Pero reforzamos los conceptos y hábitos leyendo mucho sobre el tema”, reconoce y detalla: “El hábito que practicamos desde que vivimos juntos y compartimos economía, es el hábito de registrar todos nuestros ingresos y gastos, lo que lleva después a la práctica de presupuestar los gastos del mes y evitar gastos innecesarios”.

Estas prácticas nos permitieron, y nos permiten hasta hoy, saber en qué gastamos nuestro dinero, detectar gastos innecesarios o gastos ‘hormiga’. En nuestro caso descubrimos que al principio gastábamos mucho dinero en delivery o comida hecha, por lo cual decidimos cortar con ese gasto y cocinarnos siempre”, detalló.

“No teníamos el celular de última moda o la ropa más nueva; siempre tratamos de cuidar lo que teníamos para no comprar nuevo”, sostiene y agrega: “A veces cuando uno sueña algo, lograrlo le parece muy lejano, abstracto o poco posible. Pero solo hay que sentarse a escribir, sacar cuentas y planificarLlevarlo de palabras a letras, pasos a seguir, miniobjetivos de corto plazo para hacer un proyecto concreto”.

Es por eso que la joven sostiene que “ahorrando un poco cada mes, siempre teniendo el objetivo claro, da muy buenos resultados y los sueños se van haciendo proyectos concretos y luego realidad”.

Axel, luego de recibirse consiguió trabajo de su profesión en un frigorífico de la ciudad de Rafaela, por lo cual decidieron mudarse a esa ciudad. Ella en aquella ciudad santafesina consiguió trabajo de su profesión en la parte de Comunicación y Marketing en un laboratorio oftalmológico.

“Trabajamos y vivímos en Rafaela por un año hasta que renunciamos, vendimos todo lo que teníamos y emprendimos viaje”. declaran ambos.

Primer destino: Alemania

“Una vez que llegamos a Alemania, y por un contacto que teníamos de antemano, conseguimos trabajo enseguida, por lo cual después de pasar unos pocos días en Berlin nos fuimos en tren a Unterjoch que fue el pueblito en el que trabajamos por 3 meses”, recuerda. Este lugar se ubica en el sur, en la frontera con Austria. Es un pueblo muy chiquito que se compone de hoteles y lugares turísticos.

Ambos comenzaron trabajando en un hotel, Sofía preparaba y servía el desayuno y cena a los huéspedes. Axel, por su parte, trabajaba en la barra, sirviendo distintas bebidas básicas como cerveza, vino, licores o café. “En este trabajo cobrábamos el sueldo básico de Alemania que era 1200 euros ($447000 pesos argentinos), pero teníamos comida y alojamiento gratis”, relatan ambos.

“El trato de los jefes era bastante frío. Nosotros no manejábamos el idioma así que eran conversaciones muy básicas. No solían preguntarnos sobre nosotros o nuestra vida privada, ni sobre nuestras familias o costumbres”, recuerda Axel.

El hecho de no saber el idioma es un poco estresante, aunque de a poco vas aprendiendo palabras y gestos corporales. Lo que no entendíamos lo preguntábamos una y otra vez”, continua diciendo el joven oriundo de General Ramírez.

Australia

Después de reunir el dinero suficiente trabajando en Alemania la joven pareja entrerriana emprendió viaje hacia Australia, que era el destino donde siempre planearon ir. Conocieron ciudades majestuosas como Sidney y Melbourne.

Luego del fugaz paseo por ambas ciudades, inmediatamente se instalaron a trabajar en las zonas rurales “porque es donde se puede ahorrar más dinero y vivir tranquilos, y es el objetivo con el cual vinimos acá”, enfatizan ambos.

Allá por el 2022 comenzaron trabajando en un campo cosechando lechuga, fué bastante duro porque es trabajo físico. “Después de tres días de trabajo nos preguntábamos que estábamos haciendo ahí, nos dolía todo”, recuerda Axel.

“Un día sacamos una cuenta aproximada de cuantas plantas de lechugas cortábamos por día: más de 900. Eso significa ir 900 veces al suelo y volver a pararse con un bulto de más o menos un kilo. Decidimos meterle ganas y a las tres semanas nos ascendieron”, continúa relatando el joven.

Una vez logrado el ansiado ascenso Sofía y Axel comenzaron a manejar tractores, montacargas y vehículos en general, y “por supuesto el pago era mucho mejor”, dice Sofi y detalla: “En general Australia es un país enorme con muy baja densidad de población, por eso necesitan mucho de los extranjeros para el trabajo”.

Ambos entrerrianos destacan que en Australia las personas son muy amables y serviciales con ellos, que incluso en sus trabajos siempre les preguntan por sus familias y por las costumbres argentinas.

En la actualidad Axel y Sofía están instalados y trabajando en un campo de energía solar, ubicado en el estado de Nueva Gales del Sur (sureste australiano): Sofi trabaja en la parte de montaje de paneles solares su función es colocarlos sobre los soportes y atornillarlos: mientras que Axel está en la parte eléctrica, instalando los cables donde luego se van a conectar los paneles.

“El trabajo en general es fácil de aprender, los equipos de trabajo siempre tienen viajeros y australianos, así que charlamos mucho”, comenta Axel.

“Empezamos el día a las 6 de la mañana tomando el colectivo que nos lleva hasta el sitio, y llegamos a casa de vuelta a las 18. Vivimos en un hostel grande con gente del trabajo. Argentinos, uruguayos, un italiano, francés, galés, y marroquí. Compartimos la cocina y siempre comemos acompañados por alguno de ellos, por lo cual siempre estamos charlando o compartiendo comidas”, comenta la joven entrerriana.

Sofi y Axel eligieron ese trabajo porque cobran muy bien y pueden tener mucha capacidad de ahorro. Aunque comentan que es muy sacrificado por la cantidad de horas que trabajan y que al final del día terminan agotados. Pero a su vez destacan que en Australia el sueldo es semanal, “y eso es muy motivante”.

Extrañar la tierra donde uno nació, la parte difícil

Más allá de largas jornadas de trabajo, de la capacidad de ahorro que se puede lograr allí y de conocer otras culturas, Axel y Sofía nos cuentan que extrañan mucho a sus familias, la juntada con amigos para hacer un asado y la ceremonia que se hace alrededor de la parrilla antes de comer.

Axel extraña el fútbol, “mi amado fútbol”, dice y agrega: “La picada y el truco, arrancar el fuego y descorchar un vino, reírse a carcajadas en tu idioma donde todo encaja como un rompecabezas. Añoro los abrazos, acá haces amigos, pero no esos amigos que te abrazan 10 minutos”.

Próximos proyectos

Los jóvenes argentinos comentan que por ahora van a seguir trabajando y viviendo en el país de los canguros y koalas (que siempre ven y admiran camino al trabajo) y cuando se termine este proyecto van a buscar otro. “Creemos que por un año más o dos y después no sabemos a dónde seguiremos camino”, dicen.

Sofía y Axel no se arrepienten de todo lo que han vivido hasta ahora, recomiendan la experiencia a todo aquel que este decidido a perseguir sus sueños:”Vale la pena”, dicen entre risas, aunque reconocen que al principio es muy estresante adaptarse y acomodarse.

“Pero después es muy lindo saber que pudiste salir de tu zona de confort para conocer lo que hay afuera, las experiencias y las costumbres de otras personas, que sería imposible conocer desde nuestra comodidad”, destacan.

Hoy en día nuestros sueños no terminan, podemos decir que son muchos más grandes e inmensos, que ya no hay imposibles”, aseguran los jóvenes desde aquel lejano país de Oceanía.

Fuente: Vía País


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