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El Amazonas en llamas: el día en que el humo llegó hasta Entre Ríos

Algunos pensaron que era bruma, niebla o que simplemente se trataba de la quema de basura o pastizales. Mientras que la mayoría de la ciudadanía -todavía envuelta en un complejo clima de inestabilidad económica tras las Elecciones PASO-, ni siquiera lo percibió.

La semana pasada, el humo de los graves incendios forestales en el Amazonas de Brasil cubrió gran parte de Sudamérica e inclusive llegó hasta Entre Ríos, para terminar en el Río de la Plata.

El jueves a la mañana, mientras ningún medio nacional se hacía eco de la situación, Entremediosweb pudo confirmar que era humo lo que estaba cubriendo Paraná, pero que no provenía del Volcadero, ni de los campos de la zona. Sin embargo, hasta ese momento no se sabía dónde se generaba.

Más tarde, se pudo corroborar que en Buenos Aires también había humo en el aire, una situación que se repetía en Santa Fe, Santiago del Estero y Salta, según testimonios recogidos.

El jueves por la noche, en coincidencia con la Luna llena, llamativamente, el satélite natural de la tierra se veía de color rojo, casi más que cuando se anuncia “Luna Roja”. Ese fenómeno se produjo porque en el aire había partículas, es decir, era humo.

Recién esta semana se pudo confirmar que efectivamente se trataba de humo y que provenía nada más y nada menos que del Amazonas. A través de una imagen en Twitter publicada por Santiago Gassó, investigador del centro Goddard de la NASA, se pudo observar que la superficie de Sudamérica que estuvo cubierta por la capa de humo alcanzó cerca de 3,2 millones de kilómetros cuadrados.

Fue la semana pasada.
La imagen satelital de la NASA que confirma que el humo proveniente del Amazonas llegó hasta Entre Ríos

Es decir, abarcó a todas las provincias del litoral, el norte e inclusive Buenos Aires, para terminar en el Río de la Plata.

Mientras que al otro lado del planeta, el área de humo provocada por los incendios en Siberia superaba los 7 millones de kilómetros cuadrados, una superficie mayor a la del conjunto de países de la Unión Europea -que cuenta con 4,476 millones de kilómetros cuadrados-.

Invierno nuclear. Los científicos apuntan que estas extensas capas de humo inciden en el clima. Gassó explica en Twitter que el humo «no solo impide a la energía solar alcanzar la tierra», sino que que también inhibe la formación de nubes. Un estudio publicado en Science en 2004 demostró el efecto entre de la combinación de la contaminación del aire urbano y el humo de los incendios en la reducción de la formación de nubes, lo que tiene como consecuencia el calentamiento de la atmósfera y un enfriamiento de la superficie.

«El humo sobre las nubes puede ser particularmente importante cuando se piensa en el clima», explicó a Euronews Antti Lipponen investigador en el Instituto Meteorológico de Finlandia. «El humo absorbe la radiación solar que de otra manera sería reflejada de vuelta al espacio por las nubes, pero ahora parte de la radiación no se refleja debido al humo».

Un estudio publicado el pasado 9 de agosto en Science señala las consecuencias de que el humo de los incendios llegue hasta la estratosfera, tomando como paradigma los incendios del oeste de California de 2017. Compara sus efectos con los que podría provocar un hipotético invierno nuclear, un fenómeno climático que surgió durante la guerra fría y que augura un enfriamiento global a causa del humo estratosférico producto del uso de bombas atómicas.

El Amazonas arde sin tregua

Entre enero y lo que va de agosto se registraron 72.843 focos intermitentes de incendios forestales por la “política de desarrollo” del presidente brasileño para la agricultura y la minería. Jair Bolsonaro argumentó que «es la temporada de incendios» y bromeó: «Me solían llamar capitán Motosierra y ahora soy Nerón incendiando el Amazonas».

Mientras tanto, cada minuto millones de especies de la fauna y la flora mueren, los pueblos originarios son desplazados, y el planeta se queda sin su principal pulmón verde producto de la ambición económica.

La realidad una vez más demuestra que a pesar de que los hechos sucedan geográficamente lejos, tal como ocurrió con el humo, más temprano que tarde, la destrucción afectará todo el planeta.

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