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Llegó el contingente de paranaenses varado en Cuba

El contingente de viajeros paranaenses partió el 10 de marzo hacia Cuba, cuando aún la Organización Mundial de la Salud -OMS- no había declarado al coronavirus pandemia global. Nueve días después de su partida a la isla, el Gobierno argentino declaró el aislamiento obligatorio y los vuelos se cancelaron el viernes 20.

Los paranaenses debían volver el sábado 21 y tuvieron que permanecer por 36 horas en el aeropuerto cubano con muy poca información. Niños, jovenes y adultos mayores fueron trasladados hacia un hotel con otros cientos de argentinos que también habían quedado varados.

«Ellos salieron de Paraná el 10 de marzo cuando todo este infierno todavía no se había desatado y no pudieron regresar», indicó a Entremediosweb un familiar de dos personas mayores de 70 años.

Finalmente, el contingente pudo tomar un vuelo el jueves pasado por la tarde, llegó a Ezeiza el viernes a la madrugada. Tras pasar los controles sanitarios, llegaron ese mismo día por la tarde en un micro contratado por la agencia de viajes Paraná Tour a la Terminal de Ómnibus de la capital provincial.

Según pudo saber este portal, a los viajeros les hicieron un control médico antes de tomar el vuelo en Cuba y ninguno presentó fiebre ni síntomas. Incluso, durante los cinco días que permanecieron varados fueron controlados cada 8 horas por doctores cubanos. En Ezeiza también pasaron la revisión.

Ya en la Terminal de Paraná, se activó el protocolo y los esperaba personal municipal de la Subsecretaría de Salud Comunitaria en coordinación con la policía provincial y las fuerzas de seguridad nacionales (Policía Federal, Prefectura y Gendarmería).

A los pasajeros se les tomó la fiebre con una pistola termómetro infrarroja y firmaron una declaración jurada donde se establece el aislamiento obligatorio por 14 días. Los datos de cada persona fueron enviados al área de Vigilancia Epidemiológica para que continúe con el monitoreo.

Cada familia, dispuso una logística para que los turistas puedan llegar a sus hogares sin contacto. Algunos dejaron sus autos en la terminal para que se puedan movilizar solos y otros deberán hacer la cuarentena con ellos.

No hubo abrazos, solo saludos desde lejos con la vista nublada de emoción y de angustia acumulada. «Es una alegría terrible que se termine este calvario», dijo aliviado un familiar.

Redacción de Entremediosweb.

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