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Murió Nelly Trenti, la histórica voz del programa de Mirtha Legrand

Fue la primera locutora en ganar un Martín Fierro. Y la primera mujer en conducir el noticiero de Canal 7.

 

Murió Nelly Trenti anoche a los 85 años de edad. Desde la productora que realiza los almuerzos confirmaron la triste noticia: “Hoy nos toca despedir a la querida Nelly Trenti. Nuestras condolencias a su familia y amigos. Se va a extrañar esa voz”, escribieron desde la cuenta de Twitter.

Trenti fue una leyenda de la televisión argentina, conocida especialmente por ser la locutora de los almuerzos de Mirtha Legrand.

Una vida de pionera

La primera vez que la premiaron como locutora terminó con tortícolis. Dos kilos pesaba la escultura confeccionada por el mismísimo Luis Perlotti. 1959. Otro mundo. Era la primera ceremonia del Martín Fierro, en el Teatro Cervantes, y hasta el cantante y pianista estadounidense Nat King Cole obtuvo aquel día su gigante gauchesco.

«Almuerzan hoy con la señora Mirtha Legrand…» . En 30 años, Nelly Trenti repitió la muletilla al aire más de 5.000 veces. Cuando «Chiqui» vivió su luto en cámara por las muertes de Daniel Tinayre y Daniel hijo, allí estuvo Nelly de luto también. Cuando la torta de Narciso Ibañez Menta casi incendia la mesa, allí estaba Nelly colaborando para apagar el fuego. Cuando Mirtha celebró las cuatro décadas del ciclo con 40 invitados, allí estaba Nelly dejando sus cuerdas en los 40 apellidos. 

Su debut profesional se dio con solo 17 años. Los profesores del ISER la enviaban a realizar prácticas al viejo Canal 7 de Ayacucho y Posadas y llegó la oportunidad. Un locutor pegó el faltazo y a Nelly Trenti le preguntaron si se animaba a leer un aviso. «No existían los comerciales grabados. Poníamos las hojas en el piso y si nos olvidábamos la letra, espiábamos para abajo».

Sus comienzos

Criada en Constitución, con Los Pérez García de fondo y el tono de la locutora Lidia Durán como «halo inspirador», Nelly era «la recitadora oficial de la escuela». De familia de muebleros, se recibió de maestra en el Normal 9. Hasta ahí, una vida «típica» de señorita de la época. Rompió el molde gracias a la advertencia de su madre.

«Un día llego a casa y mamá me dice que había escuchado en Radio Nacional una convocatoria para aspirantes a actores y locutores», cuenta. «Yo me presentaba a cuanto concurso había, así que me también me inscribí y así comencé mi carrera en el ISER. Tuve profesores enormes como Jaime Font Saravia e Iván Casadó».

Usted camina, camina y camina y al final compra en Sadima. Versitos de ese estilo la hicieron una voz popular, disputada por firmas como Gath & Chaves. Trabajó en Radio Belgrano, El Mundo y otras tantas emisoras y compartió estudios con colegas como Pinky y Guillermo Brizuela Méndez. En la década del 50 se transformó en la primera mujer en conducir el noticiero de Canal 7.

Impecable

Impecable en el decir, sabía que los furcios eran parte del juego. Intentaba no sucumbir cuando todo el estudio carcajeaba, pero no siempre lo lograba: «Alguna vez dije ‘un árbol chocó contra un auto», se ríe.

Peinados batidos, ropa holgada, a Nelly jamás le dijeron cómo vestir y ni intentaron cosificarla cuando daba las noticias. Por eso se suma al debate de los atuendos femeninos en los noticieros y el falso moralismo. «Cada uno tiene que hacer lo que le nace. Libertad», proclama. No tiene secretos para cuidar la voz y siente «como un milagro» que los años no hayan erosionado su voz. 

Tal vez su gran desafío fónico haya sido decir de corrido «almuerza hoy con la señora Mirtha Legrand la señora María de las Mercedes Bolla Aponte de Murano» (Yiya). O a fines de la década del ’80 informar con una sonrisa congelada «los cortes programados de energía eléctrica se han de extender a todos los usuarios, incluidos sanatorios y hospitales». Cara de póker para contar dramas.

Ex conductora del noticiero  

«Todos necesitamos una Trenti que nos diga que estamos espléndidos», se lee en redes sociales de foros de admiradores de la voz más distinguida de la Argentina. «Como te ven te tratan. Si te ven mal te maltratan». ¿Está de acuerdo Nelly con las máximas legranescas? «Con todo. Ella es una señora muy sabia», advierte como una fan. Y suma lo que pocos saben, que la señora del falso apellido francés también tiene su carnet de locutora. «Mirtha rindió y se recibió, así que el Día del locutor también es su día».

Historia de la fidelidad

Madame Trenti, la otra señora de los almuerzos,  se acopló dos décadas después de nacido el hoy programa más longevo de la televisión argentina. Fue en 1968 cuando «Chiquita» fue a colaborar a Sábados de la bondad y Alejandro Romay y Samuel Yankelevich la llevaron hasta una «pecera»: «Quiero que hagas un programa con almuerzo», le dijo «El Zar». «¿Comer y hablar? Imposible», contestó Rosa María. «Vas a comer y con 12 personas», subió él la apuesta

El primer almuerzo al aire (un mundo lejano de 1968 en el que Adrián Suar tenía dos meses y medio de vida) Nelly quedó fascinada por el formato.

Pero era una simple espectadora. Faltaba un trecho arduo para la intersección de destinos: Mirtha todavía tenía que mudarse unas cuantas veces de emisora, atravesar varios nocaut personales y cachetazos profesionales del estilo «se terminan los almuerzos donde lo que existe es gente bien vestida y bien hablada y se desconoce la realidad del pueblo», tal como estableció el interventor Omar Gómez Sánchez en 1974.

Complicidades

En 1990, el emocionante año del Mundial de Italia, a Nelly la rozó la otra «Mano de Dios»: trabajaba en ATC, y la productora Luz Seguí le pidió con urgencia suplantar a un locutor. El tono de Nelly y el glamour de Mirtha se mimetizaron, lograron un composé. La noticia entonces vino de boca de Daniel Tinayre: «Chiquita quiere que se quede usted, Nelly».

Aquellos veranos en que decidía no viajar a Mar del Plata por «cuestiones personales», la sociedad se rompía. Y eso enojaba al televidente. Cientos de indignados llamaban al canal correspondiente para preguntar por qué a Mirtha no la presentaba Doña Nelly. Testigo de lujo, no hablará de eso, pero Trenti estuvo a centímetros de aquel ensayo ante cámara que humanizó a Rosa María Martínez Suárez con el «carajo, mierda». Códigos, pacto de fidelidad y silencio.

«Hermanadas para siempre», el vínculo se profundizó al punto de que Trenti se hizo amiga hasta de Goldi. En cuarentena ocurre algo extraño para sus 30 años de trabajo junto a Mirtha: ve el programa desde su casa. Y cuando prende el televisor, siente un triple vacío, su ausencia en el ciclo, la de Mirtha en el gran sillón, y la de Goldie como primera espectadora.

«Mirtha es una gran princesa y la nena sigue sus pasos», anticipa. «Me gusta mucho cómo cuida el lugar de su abuela, pero sé que cuando pase todo esto Juana tendrá que devolver el lugar. Chiqui va a volver».

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