María y Jorge se conocieron en las calles del centro de Paraná, vendiendo cosas, cuidando autos, sobreviviendo. Hace un mes, el reducido movimiento de gente provocado por el aislamiento y el paro de colectivos urbanos, los obligaron a buscar alternativas. Empezaron, entonces, a vender girasoles, casa por casa y en los comercios. Y por eso mismo se trasladaron a la zona de los terrenos del exhipódromo de Paraná donde están ahora: la mayor parte del tiempo a la intemperie, bajo una lona o un plástico, al costado de la transitada Avenida Ramírez.
Jorge tiene 60 años, problemas en los huesos y sufre mucho el frío. María lo asiste, acompaña y cuida. Se cubren con frazadas regaladas y duermen sobre cartones, al resguardo de un cartel que les sirve de reparo.
En tiempos de enfermedades respiratorias riesgosas, de uso obligatorio del barbijo y de recomendaciones de todo tipo, Jorge y María, están expuestos a todo. Son invisibles para las autoridades, a pesar de lo precario de su situación y lo vulnerable de su salud.
Los vecinos les acercan comida y hasta les ofrecen sus casas para que se bañen en los días más fríos. Así lo contaron, en diálogo con Canal 9 Litoral