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Renunció el ministro de Economía y Hacienda, Martín Guzmán

La decisión fue comunicada este sábado a través de redes sociales.

Martín Guzmán renunció a su cargo como ministro de Economía, según un comunicado publicado en la tarde de este sábado en su cuenta de la red social Twitter.

«Con la profunda convicción y la confianza en mi visión sobre cuál es el camino que debe seguir la Argentina, seguiré trabajando y actuando por una Patria más justa, libre y soberana», afirmó Guzmán con un tuit en el que compartió su carta de renuncia. 


Con un texto de siete carillas dirigido al presidente de la Nación, y subido a las redes, el ministro de Economía presentó su dimisión.

El mensaje fue publicado en mitad del discurso que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner estaba pronunciando en un acto en Ensenada.

Martín Guzmán, ministro de economía de Alberto Fernández desde que éste asumió la presidencia en diciembre de 2019, presentó hoy su renuncia de modo sorpresivo.

Los cruces con el kirchnerismo duro marcaron bastante la salida de Martín Guzmán del Gobierno. El acuerdo con el FMI, el ajuste del gasto público y el recorte de subsidios formaron parte del enfrentamiento abierto entre el sector que responde a Cristina. Esos cruces fueron desgastando su autoridad y su presencia en el gabinete.

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la dirección de la política económica del Frente de Todos y la discusión por subsidios y tarifas fueron una lucha constante para el funcionario, que siempre se enfrentó a cuestionamientos internos, sobre todo en el resultado de su negociación con el mencionado organismo. De hecho, vale mencionar la salida de Máximo Kirchner de la jefatura de bloque de Diputados.

Estos son algunos de los párrafos del documento con el cual el economista, discípulo dilecto de Joseph Stiglitz, se despidió de una gestión marcada por la negociación y las condicionalidades del FMI:

“Estimado Señor Presidente de la Nación Dr. Alberto Fernández.
Me dirijo a Usted con motivo de presentarle mi renuncia al cargo de Ministro de Economía de la Nación, con el cual me honrara desde el 10 de diciembre de 2019.
Quiero agradecerle profundamente por confiar en mí y en el equipo que hemos conformado en el Ministerio por estos más de 30 meses de trabajo, los cuales estuvieron marcados por un escenario absolutamente singular. Al asumir nuestro gobierno, Argentina se encontraba sumida en una profunda crisis económica, social y de deuda, y a ello se le agregó primero una pandemia global y luego la actual guerra en Ucrania, que han sido profundamente disruptivas del funcionamiento del sistema económico internacional”.

“La primera vez que le hablé a la Argentina como ministro de Economía de la Nación, conté que nuestro objetivo era tranquilizar la economía. Puede que a varios ese concepto no les genere demasiado entusiasmo, pero a mí siempre me pareció (y me parece) que tranquilizar la economía constituiría una verdadera épica. Una economía tranquila es aquella en donde las grandes mayorías enfrentan condiciones para su pleno desarrollo humano. Para lograr ello, había que establecer una secuencia de acciones que le permitiesen al Estado contar con las condiciones adecuadas para llevar adelante una política económica y de desarrollo sustentable, que contribuyese a una economía de mercado (i) inclusiva sobre la base de la generación de empleo; (ii) dinámica a partir de la agregación de valor y conocimiento; (iii) estable, en una Argentina que reparta las oportunidades de forma equitativa a lo largo y ancho del territorio federal y que fortalezca su soberanía. Una condición necesaria para poder establecer ese camino era resolver el problema de las deudas externas insostenibles, que agobiaban tanto al Estado como a la Argentina toda. Ése era un punto de partida. Una condición necesaria, no suficiente, para sacar al país del sendero recesivo con destrucción de puestos de trabajo y de empresas por el que venía transitando, y retomar una senda de progreso económico y social. Juntos hicimos muchísimo para atacar y resolver cada uno de esos problemas. En esta misiva quiero valorar no solamente los resultados de los procesos para resolver la crisis de deuda soberana que padecía el país, sino lo que esos procesos implican para el futuro de la Argentina. Pero antes de ello, quisiera destacar el ejercicio de la política económica en una pandemia global para un país que no tenía acceso al crédito y que venía de transitar una crisis cambiaria que había debilitado aún más a una moneda nacional ya débil”.

“Tan solo 99 días después del inicio de nuestra gestión, se implementó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, fruto de la rápida circulación a nivel mundial del Covid-19. En las condiciones económicas que ya padecía la Argentina, el golpe fue tremendo. Cuando más se necesitaba al Estado para lograr proteger el tejido social y productivo de la Nación, nos encontrábamos con un Estado profundamente debilitado. El nivel de esfuerzo y concentración que observé en su gabinete y en los equipos de los distintos ministerios involucrados en dar respuesta a la situación fue conmovedor. En la economía, siempre hay disyuntivas. Esas disyuntivas se acentúan cuando los instrumentos con los que se cuenta son de menor calidad. En esa Argentina sin crédito, pobre de instrumentos, se implementó un conjunto de políticas de protección de las capacidades económicas y sociales sin precedentes. Las dos políticas de mayor impacto fueron el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), con el que se subsidió hasta el 50% del salario de las y los trabajadores registrados del sector privado, y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que protegió principalmente a los hogares en donde no se percibían ingresos formales vía transferencias de ingreso que alcanzaron a 9 millones de beneficiarios”.

“Más recientemente, ya en 2022, se llegó a un acuerdo con el FMI para poder refinanciar la deuda con el organismo tomada en 2018-2019. El acuerdo también tuvo características absolutamente excepcionales a la luz de la historia entre nuestra República y aquel organismo históricamente dominado por el poderoso establishment financiero internacional. Como la única forma de poder refinanciar la deuda con el FMI es con un acuerdo de programa y como Argentina no tiene los dólares para pagar la semejante deuda, tuvimos que negociar un programa de políticas económicas para evitar caer en default y desestabilizar a la economía argentina. Si había default, iba a haber menos financiamiento para la Argentina, e iban a escasear más las divisas. Y cuando en la Argentina hay menos divisas, se puede producir menos, hay menos empleo y más inflación. Es decir, hay ajuste. El gran mérito del acuerdo es haber evitado cualquier ajuste, ya sea por quita de derechos a las y los trabajadores y a las y los jubilados, o por el achicamiento de la inversión pública— que por el contrario se continúa expandiendo, contribuyendo a un presente y a un futuro más fuertes.  Hay mucho trabajo invisible detrás de esos logros, que involucran a equipos que pusieron sus capacidades políticas, humanas, técnicas así como todo su esfuerzo y compromiso al servicio de la Patria”.

“Hoy la economía continúa creciendo y generando empleo, habiendo pasado ya la primera revisión de aquel programa, y habiendo logrado adaptarlo a las circunstancias globales cambiantes en el contexto de la guerra en Ucrania. Por delante, será fundamental continuar fortaleciendo la consistencia macroeconómica, incluyendo a las políticas fiscal, monetaria, de financiamiento, cambiaria y energética, así como la coordinación vía políticas de precios e ingresos, para atacar la problemática inflacionaria que daña al funcionamiento de nuestra economía y lograr continuar recuperando el poder adquisitivo de los ingresos”.

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