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Se puso implantes mamarios y terminó con cáncer: “es una pesadilla”

Le detectaron “un linfoma no-Hodgkin asociado a prótesis mamarias”, por lo que tuvieron que sacarle todo.

“Era mi sueño, desde la adolescencia lo era”, cuenta María Eugenia Croxatto, que es médica y trabaja en el Hospital de Oncología Marie Curie. El sueño del que habla era “ponerse implantes mamarios”, un deseo que había sostenido durante décadas y que había logrado concretar a los 40 años, cuando ya había terminado la carrera en la UBA, la especialización y tenido a sus dos primeros hijos.

“Pero mi sueño se convirtió en una pesadilla -interrumpe-. Pasaron ya varios meses de la cirugía en la que me sacaron todo y a veces siento que no lo puedo superar”.

Se refiere a lo que sucedió a fines del año pasado, casi 5 años después de haberse “hecho las lolas”, como se dice coloquialmente: le detectaron un linfoma en una mama, un extraño tipo de cáncer que puede aparecer asociado a la colocación de prótesis mamarias.

El sueño

María Eugenia Croxatto tiene 45 años, el ambo puesto y un dejo de tristeza en la mirada. Está especializada en Medicina Interna y se puso las prótesis en noviembre de 2017, dos años antes de que la periodista Valeria Chávez publicara en Infobae la nota titulada “En la Argentina hay ocho casos del cáncer relacionado con las prótesis prohibidas por Francia”.

“Así que me enteré con el diario del lunes”, dice Eugenia ahora. El artículo explicaba que Francia había prohibido el uso “de varios modelos de implantes mamarios asociados a un extraño tipo de cáncer”. El cáncer se llamaba “linfoma anaplásico de células grandes”.

Había seis fabricantes afectados por la medida. Uno de los modelos que habían prohibido era de la marca Nagor, el que Eugenia se había puesto.

“Te decía que fue un sueño desde chica, algo mío para verme bien, no algo impuesto desde afuera”, cuenta a Infobae. Fue recién en 2017 que la médica encontró un espacio entre la carrera, las guardias y la maternidad para darle lugar al deseo pendiente. Su marido, a quien conoce desde la adolescencia y que también es médico, la apoyó.

Eugenia conocía el escándalo de las prótesis PIP -en 2010 se descubrió que las prótesis fabricadas por la compañía francesa Poly Implant Prothèse estaban producidas con silicona de uso industrial de grado no médico-, así que por supuesto eligió otra marca.

Fue a comprarlas a una empresa que importa y distribuye la marca Nagor en Buenos Aires. Se probó varios tamaños, eligió el que quería y pagó por el modelo Nagor Impleo MR en dólares.

“Eran escocesas no francesas, leí en la página que tenían garantía de por vida y no se recambiaban, lo que me pareció importante porque meterme más adelante en otra operación teniendo chicos tampoco quería. Todo eso me dio tranquilidad”, recuerda.

En noviembre, mientras el país seguía por los medios la búsqueda de los tripulantes del ARA San Juan, Eugenia entró sonriendo al quirófano. “Salió todo excelente, quedaron muy bien la verdad, era exactamente lo que quería”.

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Durante los primeros cinco años Eugenia tuvo la imagen que siempre había querido tener, sin lados B. “Es más, dos años después de habérmelas puesto tuve a mi tercera hija. Pude amamantarla sin ningún problema, de hecho, fue a la que más amamanté. Me hice la ecografía y mamografía con la técnica especial para prótesis y me salió que estaba todo perfecto”.

El paisaje, sin embargo, cambió drásticamente en diciembre de 2022.

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