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Tren recorrió diez kilómetros sin maquinista y rozó la tragedia

Un hecho propio de una película ocurrió en Lombardía, la región italiana más golpeada por el coronavirus, donde un tres «fantasma» recorrió con un solo pasajero unos 10 kilómetros, antes de estrellarse, mientras el maquinista y el jefe del convoy se tomaban tranquilamente un café en el bar.

El tren regional de la compañía Trenord cubría la línea Milán-Lecco. En la estación de Paderno d’Adda (Lecco), el maquinista y el jefe del tren decidieron hacer una pausa, poco antes del mediodía del miércoles. Mientras degustaban el café, uno de ellos pidió al camarero: «Un bocadillo de salchichón, para comerlo fuera». Después los dos ferroviarios salieron del bar para fumarse un cigarrillo en la sombra. Minutos más tarde, llegó el jefe de la estación gritandoles: «¡Chicos, el tren se mueve, el tren se va!».

Las telecámaras de seguridad del bar grabaron al maquinista y al jefe del tren que corrían en un desesperado intento por subirse al último vagón. Inútil fue el intento de los dos empleados. Sin nadie a los mandos, el convoy, sin frenos, que debía partir a las 12.22 con destino a Milano Porta Garibaldi, se adelantó y emprendió su marcha en unas vías con un ligero descenso, casi imperceptible a simple vista, en ese tramo.

«Hemos pensado en un terremoto»

Primero lentamente, después con velocidad cada vez más alta, el tren «fantasma» prosiguió su marcha sin maquinista y con un solo pasajero a bordo, un extracomunitario. Se temía un escenario dramático si no se paraba el convoy. En la sala de control de los ferrocarriles saltaron todas las alarmas.

La primera medida fue cerrar los pasos a nivel ferroviarios en ese recorrido. Pudo ocurrir una tragedia, pero se pudo evitar al hacer que el convoy descarrilara. Era la única opción que tenía el mando de la Red Ferroviaria Italiana (RFI), para evitar colisiones. Se asumió el riesgo de que los vagones salieran de las vías, como en parte ocurrió.

Cuando entró en la estación de Carnate (Monza), una voz femenina advirtió por los altavoces: «No crucen las vías, tren en tránsito». Inmediatamente después se produjo el choque contra la barrera de una vía férrea muerta, a la que fue desviado. El impacto fue devastador. La locomotora y los primeros vagones casi volaron hasta un terraplén, para luego caer al lado de las vías. Uno de ellos se paró a pocos metros de un consultorio médico, en el que trabaja la doctora Paola Cosso: «Escuchamos un tremendo estallido, hemos pensado en un terremoto», dijo la médica, que visitaba a sus pacientes.

Poco después, a las 12.30, los carabineros ordenaron la evacuación de la estación, donde un centenar de personas esperaban un tren de Lecco que nunca llegaría.

Un solo pasajero

Hasta que el tren no descarriló, se pensó que no iba ningún pasajero. Al inspeccionar el tren, pronto se descubrió que viajaba un norteafricano, de 49 años, que no tendría que haber viajado en ese tren y de cuya presencia nadie se había enterado. Resultó con heridas leves. Tuvo suerte , porque iba en el último vagón, el único que quedó en las vías. Con un suspiro de alivio, los socorristas comentaron: Si el tren hubiera estado lleno de gente, habría sido una masacre.

La fiscalía de Monza ha abierto una investigación por desastre ferroviario culposo. Parece claro que el maquinista no accionó los frenos para su pausa del café y el refrigerio. Hay otra explicación. No deja de sorprender tal olvido, porque el gesto de bloquear el tren lo hace cualquier maquinista en numerosas ocasiones.

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