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Vendieron el tradicional supermercado La Peruana de Paraná

Un grupo empresario local se hizo cargo este mes de la empresa.

El empresario Gabriel Götte vendió la sociedad que comprende al tradicional supermercado de calle Ramírez a un grupo de jóvenes inversores locales en “ventajosas condiciones” según dice la nueva generación. El contador Andrés Gamarci es la voz cantante del negocio que explica las condiciones, expresa que buscan renovar el negocio, invertir y modernizar la marca y a generar un salto en la facturación. Aspiran a sucursales exprés, quieren un bazar en el primer piso y empezarán por recursos humanos, limpieza, profundizar rotisería y pastelería y buscan recuperar el santo grial: la fórmula perdida del pan original de La Peruana.

Si existe una marca local vinculada al retail que ha sobrevivido los grandes cambios y a la llegada de las grandes marcas en las últimas tres décadas, esa es La Peruana. Sin embargo, las representaciones sociales de la ciudad acerca del negocio parecen haber acompañado el movimiento en el tobogán de este supermercado que nació de la mano de los hermanos Valín hace más de 40 años, y que viene experimentando un declive hace más de una década, y al que le ha costado mucho imponerle una dinámica moderna.

Pérdida de calidad de los productos propios, altos precios, atención despersonalizada y cierta desidia general para desplegar una actividad basada en la empatía y cercanía con el cliente, son, al menos, algunas de las percepciones generales que el último dueño no pudo revertir.

Negocio competitivo

Tras la pandemia, en un acto que parece acompañar la estrategia integral de negocios del empresario de Bovril que se ha desprendido de algunos negocios en lo productivo y comercial, Gabriel Götte cedió el supermercado paranaense y transfirió la sociedad a tres empresarios jóvenes y locales que llegan con todos los bríos, múltiples ideas y una plataforma de conceptos que parece estar más a la altura de un negocio altamente competitivo, con marcas internacionales y distintos formatos que explotan por la ciudad.

Al menos esto expresa Andrés Gamarci, un contador público de 43 años, que desarrolla la profesión y está vinculado al mundo del softbol, habiendo dirigido la selección nacional y siendo actualmente presidente de la asociación paranaense.

“Somos tres socios, continuamos con La Peruana SRL, la razón social, ya que lo que hicimos fue comprar las cuotas parte del negocio. Lo compartimos con dos empresarios: Cristian Vitali de 37 años y Matías Santamaría de 34. Vitali es dueño de las carnicerías Vitale y Matías tiene mucha experiencias en maxikioscos y negocios vinculados. No venimos del negocio y accedimos a la oportunidad casi de casualidad. Afortunadamente tuvimos mucha información y accesibilidad de parte de Gabriel Götte que está saliendo de algunos negocios y quería desprenderse de La Peruana”, describe Gamarci –locuaz, abierto y sin restricciones- al comienzo del diálogo con Dos Florines.

El joven contador dice que el negocio anda bien, con buenas perspectivas y que Götte había recibido algunas propuestas que finalmente no cerraron y que ellos llegaron muy entusiasmados con un esquema de negocio con facilidades, con plazos de pagos y una facturación que permite pensar el negocio con perspectivas.

Llave y edificio

“Compramos la llave, el edificio sigue siendo de los Valín. Uno de los hermanos falleció y los hijos están a cargo de la relación contractual. Nos gustó, somos jóvenes para encarar un proyecto con todo y Götte fue muy honesto y claro con lo números, brindó toda la información necesaria y no hubo ninguna sorpresa, y fue entonces que nos embarcamos con mucho entusiasmo”, relata Gamarci.

Asumieron el primero de mayo, por lo que al momento de esta entrevista sólo llevan 15 días a cargo del negocio y están intentando hacer pie con productos, empleados, precios, recursos y en batalla abierta contra la propia ansiedad de querer implementar los cambios que tienen in pectore.

Es posible que haya una visión un tanto optimista y voluntarista para un negocio tan complejo y competitivo de parte de los nuevos dueños, pero si son capaces de trabajar el arraigo y potencialidad de una marca tan distintiva, es posible que su cosmovisión no esté errada. Sin embargo todo es nuevo para ellos, y el tiempo y caja registradora serán los únicos jueces que los interpelarán en el corto plazo. Fuente: Dos Florines/Gustavo Sánchez Romero.

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