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Al volver a la escuela: madre e hija fueron abanderadas

Un maestro los convenció para volver a la escuela y la familia dio muestras acabadas de querer superarse. En un hecho atípico, los integrantes de la familia fueron abanderados y escoltas dos años seguidos.

Un maestro los convenció para volver a la escuela y la familia dio muestras acabadas de querer superarse. En un hecho atípico, los integrantes de la familia fueron abanderados y escoltas dos años seguidos. Estudian en un centro nocturno.

Si hay una historia de adversidades y superación, la de la familia Amaya Juri en General Alvear (provincia de Mendoza) seguramente, es una de ellas y difícilmente se pueda encontrar un antecedente similar en el sistema educativo.
Un maestro los convenció para volver a la escuela y la familia aceptó terminarla. El empeño que pusieron fue tanto que María Juri (41) obtuvo el honor de ser abanderada en 2019 y tuvo como escoltas a Antonio Amaya (46), el esposo, y Lucila (23), la hija menor.

Pero todavía hay más capítulos por contar. Tras un 2020 en que no hubo elección de abanderados, este año Mari tuvo que entregar la bandera y resultó que la nueva portadora es Antonella, la hija mayor. Para completar esta historia, Antonio continúa siendo abanderado.

“Fue un orgullo tan grande el poder entregarle la bandera a mi hija que uno no lo puede creer”, dijo Mari.

“Llevo 30 años ejerciendo como docente y nunca me encontré con una situación como esta. Es una familia digna de admiración por su voluntad de volver a la escuela y empeño en salir adelante pese a todas las adversidades”, contó Claudio Rodríguez, el maestro que convenció a la familia para que completaran los estudios que habían dejado inconclusos largo tiempo atrás.

Nunca pudieron terminar la escuela

La vida de Antonio Amaya y María Juri estuvo plagada de adversidades. Antonio nació en Algarrobo del Águila (La Pampa) y tenía siete hermanos. De niño perdió a la madre y todos fueron dados en adopción o entregado a familias cuidadoras, por separado.
Pasó por distintas escuelas hasta que de adolescente partió a Buenos Aires y empezó a trabajar en una granja. Nunca terminó la escuela primaria.

María es de General Alvear pero también de joven partió del departamento, conoció a Antonio y una vez que se quedó embarazada se abocó a la familia. Tampoco completó los estudios primarios.

Tras un cúmulo de situaciones desafortunadas, la familia se instaló en General Alvear y empezaron a rehacer su vida.
Antonio trabaja en la construcción “cuando sale algo”, dijo Mari, y ella hace lo que puede, cuida personas, realiza tareas de limpieza en casas y cuanta changa sale está disponible.

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