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La situación de Nahir Galarza podría cambiar a partir de la declaración de una amiga

Por el momento la joven se niega a hablar ante la Justicia, pero se reveló qué dijo en un audio. Desde el entorno de Galarza esperan que cambie de opinión.

La situación de Nahir Galarza, la joven de Gualeguayhú que está en presa en Paraná por matar de dos balazos a su su novio Fernando Pastorizzo en 2017 en Gualeguaychú, podría dar un giro.

Para que el presente de Galarza cambie, sería fundamental el testimonio de una amiga, que previo al crimen, fue incondicional. Tras el hecho se alejó, pero recientemente se habrían vuelto a acercar, pero por el momento la otra joven no quiere hablar ante la Justicia.

La principal expectativa que tiene Nahir, sus allegados y su defensa es un audio que habría enviado esta amiga en el que sostenía que Pastorizzo «no la dejaba en paz. Vi muchas cosas feas de parte de Fernando. La quería solo para él».

“Me puso bien que hablara y lo hiciera por mí, pero al mismo tiempo reviví las cosas que cuenta y vio. Yo no mentí con las agresiones, los llamados incesantes, las peleas, todo el calvario que viví”, reflexionó Nahir en diálogo con Infoae.

La defensa de la joven de 22 años considera que ese testimonio si se ventilaba en el juicio quizá hubiese aportado una prueba para llegar a un atenuante, además de fortalecer los dichos de la acusada: que Pastorizzo ejercía violencia machista contra ella, que era obsesivo, celoso, la insultaba y la noche del crimen fue él quien manoteó de arriba de la heladera de la casa de Nahir el arma reglamentaria de su padre policía Marcelo Galarza. Y tras maltratarla le apuntó en la panza.

¿Por qué Nahir siente que su amiga le falló otra vez? La respuesta es simple: después de que se difundiera su relato, que surgió de una grabación que está en manos de la abogada defensora Raquel Hermida Leyenda, la joven se enojó.

Aclaró que esos audios los envió para los guionistas de una serie que se hará sobre Nahir. “Hablé de mi relación con ella, conté anécdotas y dije lo que sabía sobre la relación que tuvo con Fernando, pero pedí que no saliera nada de eso en la prensa. Yo lo había hecho por Nahir, ahora que no cuenten más conmigo”, le dijo la joven, cuya identidad se mantiene en reserva para preservarla al entorno de Nahir. Y amenazó con mandar carta documento si la nombraban o publicaban su imagen.

Se mantiene en la postura de no aportar su testimonio, pese a que beneficia a quien fuera una de sus mejores amigas.

“Al parecer, en su momento ella quería declarar, pero el padre no la dejó. Varias amigas de Nahir la dejaron sola después del asesinato. No querían ser señaladas como las amigas de una asesina”, dice una fuente del caso.

De hecho, la joven se fue de la ciudad. Y volvió a tener contacto con Nahir hasta hace pocos meses. Nahir la entendió, pero le dijo que hubiese necesitado su apoyo. Y no que le diera la espalda en ese momento.

Hermida Leyenda, la abogada de Nahir que pidió a la Corte Suprema que se anule el juicio y se haga uno nuevo, cuestionó la actitud de la joven.

“Uno no puede negarse a ser testigo y mucho menos ante circunstancias atenuantes de una pena de alguien que puede ser condenado. No puede negarse a declarar. No hacerlo en una causa penal es una carga pública.Si uno no va, lo llevan por la fuerza pública. Es como ocultar datos y pruebas. Eso obstruye terriblemente a la Justicia”, opinó la abogada, que presentó el audio a la Corte Suprema.

“Ese material es algo nuevo, como lo de las pericias y los testigos que consideramos nulos. Es muy triste lo que está haciendo esta chica. No sé cómo duerme tranquila. Incurre en un incumplimiento legal que se acerca al encubrimiento. Quizá su familia le prohibió hablar. Y es probable que sepa más cosas de importancia”, añadió.

Para la abogada, que busca que en el caso se incorpore la perspectiva de género porque considera que su defendida fue condenada con la máxima pena por ser mujer, lo que dice la amiga de Nahir va en sintonía con lo que afirma la defensa. “Fernando la usaba como un objeto sexual. Nahir se sentía obligada a tener sexo con él y si no accedía, algo le hacía. Era como una amenaza coactiva reincidentemente”.

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