«Un lujo tenerlos en este ritmo como invitados. Tres grandes personas que queremos mucho acá en la empresa, así que nos volveremos a ver, seguramente».Con esas palabras, y al final del programa del viernes, Ángel De Brito se despedía de Aníbal Pachano, Laura Figalgo y Lourdes Sánchez, los miembros del BAR de Cantando 2020.
Los tres se habían incorporado al programa recién en octubre, cuando el concurso ya llevaba varios meses. La idea era emular al BAR del «Bailando por un sueño», en el que cada uno de sus integrantes tienen la potestad de mantener la nota de los participantes, subirles o restarles un punto.
Tantas fueron las ansias de imitar a aquel tribunal, que la producción terminó convocando a tres personalidades que ya habían formado parte de ese «contrajurado». Esa curiosa decisión hizo que el BAR perdiera su principal característica: la de aportar devoluciones técnicas. Si bien Fidalgo, Pachano y Sánchez están más que capacitados para posar su lupa sobre coreografías y movimientos, no ocurre lo mismo con el canto.
Las devoluciones de Fidalgo, por ejemplo, terminaban redundando en cómo se pararon los concursantes, en la importancia de no usar zapatos con plataforma, o en la fluidez -o no- con la que se movieron en el escenario.
En el caso de Sánchez, sus calificaciones fueron más viscerales: respondían a si lo que acababa de ver la había logrado conmoverla como espectadora. Con Karina «La Princesita» en el jurado, de todos modos, las devoluciones más técnicas nunca faltaron. Y en menor medida, Oscar Mediavilla y Nacha Guevara también aportaron su sapiencia en el tema para marcar errores y sugerir cambios.
La incursión del BAR en Cantando 2020 se produjo en una de las rondas más esperadas: la de los tríos. En un octubre caliente, en el que Telefe lanzó MasterChef Celebrity en el mismo horario, esa incorporación fue un claro intento por agregar un nuevo condimento para hacer frente a la competencia con mejores armas.
Sin embargo, terminada la ronda en la que las parejas cantaron con un invitado, el BAR se despidió de la pantalla con la misma ligereza con la que llegó. Ni siquiera el enfrentamiento vintage de Fidalgo con los «influencers» (en este caso, con Lizardo Ponce), ni las expectativas por un reencuentro cara a cara entre Pachano y Dan Breitman luego de su escandaloso cruce en el «Bailando» lograron que el BAR pudiera, a falta de conocimientos técnicos, sazonar el show.
La Nación