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Habló la mujer que presenció el femicidio de Belén e intentó reanimarla: «los vecinos escucharon solo que nadie se mete»

Johana Martínez pensó que se trataba de dos hombres borrachos que se estaban peleando. Corrió gritando para ayudar, hasta que llegó al lugar y vio a la joven desvanecida.

Johanna fue la única vecina de María Grande que decidió ayudar a María Belén Olote cuando estaba siendo asesinada por Gustavo Rochi. Según reveló, la muchacha fue atacada con un objeto contundente que le provocó lesiones mortales. Asimismo, cuestionó que ninguna otra persona se acercó cuando estaban los gritos desesperados. «Todos los vecinos escucharon, salvo que nadie se metió» a ayudar, señaló.

«Escuchábamos gritos y vi a alguien que golpeaba a otra persona. Pensé que eran borrachos que se peleaban, entonces salí a gritar y a correr para que lo deje. Cuando llegué, era la chica que estaba agonizando«, relató Johanna, quien aclaró que hace poco más de dos años vive en María Grande y no conocía a las personas.

La mujer detalló que alrededor de las 18 del sábado comenzaron a escucharon gritos, pedidos de ayuda y los ladridos de los perros. «Era un hombre que golpeaba y golpeaba como con una mochila, que con tanto odio golpeaba a matar. Pensé que se estaban peleando borrachos y por eso salí corriendo. También le avisé a mi marido para ayudar», agregó en su relato.

Tras encontrarse con la víctima para ayudarla, Johanna vivió el horror en carne propia en María Grande. «Intenté hacer algo pero tenía la cara y la cabeza destrozada. Estaba como aplastada en la tierra, llena de sangre. Estaba ahogándose. Respiró un rato y se murió», contó a Canal Nueve Litoral.

Consultada respecto de cómo era el atacante, aclaró: «A él ya no lo vi. No le vi la cara. Salió rápido cuando vi que yo le gritaba. Le pedí a mi marido que lo siguiera, incluso a una persona que estaba moto. Les pedía que lo ayudaran porque la mató. Mi marido no alcanzó a encontrarlo».

Por otra parte, en relación a los minutos finales de la víctima oriunda de Estación Sosa, contó: «Le hablaba para que no se duerma. Le hablaba, la trataba de ayudar, le decía quién era. Los vecinos me decían que no se podía mover y nadie se quería meter. Le gritaba a todos los vecinos».

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